En el siglo XV, Hortaleza, uno de los 21 distritos que fraccionan la capital, era un pueblo. En el corazón del lugar se erigía una iglesia y algunos edificios a su alrededor, lo único que ha perdurado hasta hoy y que conserva la estructura urbana del siglo XIX. Ese templo, de planta rectangular, bóveda gótica de crucería y torre con campanario, es la parroquia de San Matías que la Comunidad de Madrid ha declarado esta semana Bien de Interés Patrimonial (BIP) por sus valores históricos, arquitectónicos y artísticos.
El Consejo de Gobierno en funciones ha blindado así el sobrio inmueble al norte de Hortaleza, obra de Antonio María Repullés y Vargas (1845-1922), uno de los arquitectos más reconocidos de su época. La iglesia, pese a que no tiene un valor excepcional —de ser así le correspondería una categoría superior, Bien de Interés Cultural (BIC)—, posee una especial significación artística e histórica. El edificio fue el punto de partida de la arquitectura neomudéjar característica de Madrid durante el último tercio del siglo XIX y principios del XX.
El templo, construido entre 1878 y 1879, sustituyó a la iglesia original de Hortaleza (que se había derrumbado hacía tres décadas) y es uno de los primeros levantados en España del que se conservan sus planos originales. Repullés supo combinar el empleo de un material sencillo y barato con la técnica y la creatividad, aplicando una serie de elementos estructurales y decorativos de raíz mudéjar. El arquitecto, que destacó por sus escritos y su obra, fue uno de los pioneros del movimiento arquitectónico neomudéjar y su aportación fue decisiva para su consolidación y difusión.
El estilo de la iglesia de San Matías apenas es uno de los primeros ejemplos de la ingente producción neomudéjar. «El conjunto del edificio presenta una gran sobriedad basada en la nitidez geométrica de los volúmenes que configuran la torre, nave y capilla mayor, que le dan carácter de monumental a pesar de su tamaño no demasiado grande», describe en un comunicado el Gobierno madrileño. Ladrillo y arcos, ubicados en la calle del Mar de Bering, que ahora gozan de protección.